Patrimonio

Patrimonio

Desconocemos a ciencia cierta cuáles fueron los orígenes de Valdefuentes; esto no es algo infrecuente si tenemos en cuenta que son muy pocos los lugares en los que con exactitud puede determinarse cuando comenzaron a existir asentamientos y de qué tipo fueron, pero no podemos dejar de hacer referencia a que incluso dentro de lo que es el poblado actual de Valdefuentes se han encontrado muchas y variadas representaciones de cultura que pudiera entenderse como prehistórica o como mínimo prerromana, piezas, vasijas, restos humanos…

De entre los aspectos que más destacan y a la vista están en Valdefuentes un nivel privilegiado ocupan sus edificios históricos, tenemos que hacer referencia a su rico patrimonio arquitectónico: fachadas emblemáticas y monumentos se abren a nuestra mirada testigos estáticos del pasado: El Rollo, El Palacio de Sande, La Audiencia y el Reloj, La Iglesia de nuestra señora de Bienvenida, el Convento de San Agustín…, nuestras heráldicas y esgrafiados, que representan glorias del pasado, pero que constituyen el orgullo del presente en las fachadas que elegantemente los lucen, y que nos hacen pensar que tenemos que preservar su estabilidad, su belleza para que permanezca inalterable en el tiempo, para que otros ojos, los más posibles, puedan contemplarlas en el futuro.

Puentes que en su día sirvieran de paso obligado en zonas de otro modo de difícil acceso en los alrededores del pueblo: Puente sobre el río Salor, La Puente Nueva, Puente del Capellán; Hoy más que nada y obviando el carácter práctico que aún puedan tener, sirven de recreo a la vista y al tiempo, de algún modo estancado bajo las aguas que debieron correr abundantes algún día por debajo de los ojos de estos puentes de origen romano.

EL PEQUEÑO ESCORIAL

En pleno corazón de la comarca de Montánchez, con un particular encanto, bien comunicado y en el triángulo de lo que podrían considerarse poblaciones claves en cuanto a desarrollo, historia e importancia actual (Cáceres, Trujillo y Mérida), se encuentra Valdefuentes, un pueblo que ronda los 1500 habitantes dispuesto siempre a acoger al visitante y sorprenderle.

Un pueblo de tradición histórica singular cuya noticia en este aspecto más dominante está representada por el asentamiento de la Orden de los Agustinos allá por el s. XVII y del que perviven muestras importantes como el Convento de San Agustín y su hermoso claustro (Convento de los Agustinos Recoletos de Valdefuentes) ubicados en "La Lonja" en lo que hoy se llama Plazuela o Plaza del Convento.

Las obras de construcción de este convento, se iniciaron en mayo de 1634, sufriendo interrupciones intermitentes hasta que a principios del s. XVIII (1721) la obra queda completa.

En la actualidad, gracias a los progresivos cuidados a los que se ha venido sometiendo, sobre todo el Claustro, puede admirarse aunque no sea con su primitivo esplendor "El pequeño Escorial" como se dio a llamar el conjunto por su espectacular monumentalidad dentro de su austeridad monacal.

En el recinto del claustro se conjugan los fríos arcos de piedra con el color de las filigranas esgrafiadas en ellos y el frío húmedo de sus paredes y sus bóvedas, la oscuridad de los corredores, con la claridad que desborda la zona central. Un espectáculo de contrastes dignos de admirarse.

El Convento de San Agustín de Valdefuentes fue fundado en 1663 por Alfonso Lancaster, I Duque de Abrantes y Ana de Sande, II Marquesa de Valdefuentes. Perteneció a la Orden de los Agustinos de Recoletos. Llegó a tener 24 miembros religiosos con los conventuales del noviciado. En aquel entonces Valdefuentes tuvo hasta cuatro clérigos en la Parroquia. Este esplendor se eclipsó con la Desamortización de Mendizábal con la que se ponía fin a la existencia monacal en la Iglesia-Convento de San Agustín.

El edificio del convento fue comprado por el Ayuntamiento al Marqués Guillermo Carvajal y Jiménez de Molina, descendiente de los Marqueses que donaron las tierras para la construcción de iglesia y Convento y en la actualidad se ubican en parte de los terrenos del antiguo convento y alojamiento de los frailes, El Ayuntamiento, El Cuartel de la Guardia Civil, el Juzgado de Paz y La Casa de Cultura.

Se percibe con una simple mirada la uniformidad del enclave, existe una Lonja, elevada varios metros sobre el nivel de la calle a la que se accede por escalinatas situadas en los extremos y otra en el centro que se conserva y que coincide con la puerta de la Iglesia del Convento con un bello escudo que rememora la etapa monacal y el sello eclesiástico del edificio (en él puede apreciarse claramente el gorro obispal). Desde la parte posterior se accede por una leve rampa que hace coincidir el nivel del suelo, enlosado de bloques de granito, con el cemento de la calle.

En 1908, según cita el libro de D. Juan Solano, "Historia del señorío de Valdefuentes" el obispo de Badajoz, a cuya Diócesis pertenecía Valdefuentes D. Félix Soto y Mancera, igual que otras personalidades antes que él, denunciaba la situación de abandono en la que se encontraba el Convento y envía un emisario para observar el estado en el que permanecieron bastantes años el Convento y el Claustro en estado semiruinoso hasta que tras progresivas rehabilitaciones ha retomado su aspecto original.

Una de las sensaciones que produce a quien por primera vez ve el Claustro del Convento es que ese pudiera ser un escenario de uno de los "Cuentos de la Alhambra". Adentrarte en la lonja, te hace pensar en el tiempo, en la muy diferente consideración que el tiempo de cada uno de nosotros tiene en relación con el tiempo real, el de las piedras, el tiempo con mayúsculas; te hace pensar en todos aquellos hombres y mujeres que fueron viviendo a lo largo de las diferentes etapas del estado del convento, que vivieron en este pueblo y pisaron estas piedras y que dejaron, aunque no se aprecia, su huella indeleble en ellas.

El bello enclave invita a perderse porque sí, dejando navegar en el tiempo inquietudes, pensamientos, ilusiones del siglo XXI; te lleva a retrotraer el espíritu de la edad de las piedras, y a pensar en los miles de muertos anónimos que han tenido relación en una u otra forma con ellas; ellas serenas, pacientes, majestuosas de alma dura y semblante eterno que miran, como a muchos otros, y son capaces, inertes, sin vida, de penetrar con su mensaje cargado de historia y de historias en mi pequeña historia un día.